Cronología de la duermevela.





A las 7:51
Los espejos fragmentados de un llorar en letargo se precipitan silenciosos de un decimoctavo piso.
A las 7:52
Pisa la colilla el zapato lustrado justo donde antes había transitado corriendo una rata.
A las 7:53
El cadáver de Fidel embalsamado pasa su manicura vespertina mientras en la esquina se preparan para vender melones baratos.
A las 7:54
Se derrama el betún amortajando un campo y hojas amazónicas tiemblan al escuchar pasos.
A las 7:55
Las llaves perdidas en el tintero, los pies envueltos en el almizcle, cojinetes desengrasados, estridente aullido de radial, tímpanos acongojados, troquel de ilusiones.
A las 7:56
Lluvia que espera detenida en un semáforo averiado, peatones hormigueando las pobres paredes de un edificio deshabitado. (Sombras tiesas en un  interminable ohm gregoriano).
A las 7:57
El maullido de un niño y el llorar de un gato.
A las 7:58
Hay mucho tráfico en Bogotá, a pesar que la cosecha de maíz transgénico en Louisiana ha batido récords insospechados.
A las 7:59
Escena extraña: Caen las plumas de las alas secas de un hombre mellado que barrunta a gritos desde el borde de un lago de lodo tan espeso que ni una piedra se hunde.
A las 8:00
Suena un timbre, suena un claxon, suena una sirena, suenan temblores lejanos.
Despierta el sobresalto.

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