La musa número veintisiete.




La Musa Número Veintisiete
del carril treinta y cinco
dejó su vástago en el Ojeador
que repite el fotograma,
detiene y amplifica.
La Musa Número Veintisiete
tiene pixeles grandes,
rostro borroso de lluvia
oscuro contra el cristal,
y emana una melancolía inmensa
que llena un segundo.
La Musa Número Veintisiete
se perdió en el carril treinta y cuatro.
Fue un flashback de cinematógrafo,
de inventadas promesas,
de esperanzas vanas,
de hechos no hechos,
y luego acabó
-como todo-
sepultada en la amnesia digital del archivo.

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