La pesquisa.





Puedo buscarla en huecos
de tiempo aletargado
o puedo rastrearla harto
del correoso ciclo diario.
Puedo adivinar su presencia desde el génesis.
Puedo perseguirla en veladas profanas,
en veladores y velatorios,
o en días incoherentes que desmarcan,
o en sonoras multitudes de revuelta.
Quizá se haya en la luz nueva de la mañana,
en la casa atardecida,
en el tintineo lento de una cuchara,
o en un brillante rail, o en una mirada cruzada,
o en mi alargada sombra liviana
que ves que siempre te sigue
pero tú nunca alcanzas.
Puedo sondear,
segundo a segundo,
minuto a minuto,
y de vida a vida.
Puedo buscarla,
dar vueltas al mundo
o detenerme en lo alto
por ver si gira.
Puedo rendirme cansado
y mi desesperanza me llevará lejos,
puedo quitarme mis gastados zapatos
y dejarlos muertos.

Y ella un día, sin más,
se abre en el cielo y canta.

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